Manolo Yanes, pintor del siglo XXI

Francisco Ponce Lang-Lenton


Manolo Yanes regresa a las salas de exposición tinerfeñas para ofrecer una amplia selección de sus últimos trabajos. Provocativamente titulada de orbe et quadro, la muestra refleja la sorprendente evolución del artista en su primera y fructífera madurez.

Siempre fiel a sí mismo, Manolo ha evolucionado de manera sigilosa: la suya ha sido una lenta y paciente exploración en la que la pintura ha sido siempre lo primero: puedo atestiguar que ha llevado, y lleva, la vida de un (muy deshinbido) eremita del arte. Tras sus estudios en la Universidad de La Laguna (muy provechosos: y esto hay que dejarlo muy claro hoy en día, cuando las facultades están bajo sitio), el pintor decidió, antes que prostituir sus innegables dotes en el arte comercial (que habría inflado su cuenta corriente pero empobrecido su talento), dedicarse de lleno a su obra. Su opción fue tan arriesgada como monástica: aislándose en su retiro de la campiña francesa y viviendo entregado a su obra, no se ahorró ni una sola de las penas y penurias del artista joven.

El esfuerzo ha valido la pena: sus más recientes obras producen una profunda impresión de consciente coherencia. Los elementos básicos se encontraban ya en sus primeros trabajos. En ellos, las muchas influencias pictóricas y extrapictóricas dominaban el conjunto, y a menudo constreñían el mensaje. Un cuarto de siglo más tarde, las influencias perviven, pero han sido transformadas por la particular perspectiva del pintor: los árboles ya no impiden ver el bosque, y el panorama se impone con deslumbrante originalidad.

Pero vayamos a los cuadros. El punto de partida es siempre la personalidad del pintor, que en la serie Omphalos propone su propio cuerpo como epicentro de un universo icónico, y en opus quadratus ofrece un detallado catálogo de su imaginario visual: volcanes y carreteras, pórticos jónicos y plazas crepusculares, puertos y faros, rascacielos y ruinas.

Los materiales de la mirada Yanes provienen de muy diversos estratos de la cultura occidental. Como un arqueólogo de la cultura (no por casualidad una de las más impactantes telas de la serie opus quadratus se titula Excavación), el pintor profundiza en los estereotipos iconográficos de la historia del arte para reinterpretarlos en yuxtaposiciones icónicas tan atrevidas como inesperadas.

Como la famosa novela de Cortázar, Yanes propone modelos para armar, espacios de sentido que fusionan con pericia y sencillez y complejidad. Sencillez expositiva (los materiales básicos están ante los ojos del espectador, que disfruta de enorme libertad para ver los cuadros desde su particular perspectiva) y complejidad significativa (la combinación de elementos amplifica con rigurosidad matemática el sentido de cada lienzo): he aquí los rasgos de la madurez Yanes.

Manolo siempre quiso ser un personaje literario: un dandy stendhaliano interpretado por David Bowie. A través de su pintura, es lo que finalemente ha conseguido. En esta (tan rebosante de sentido) muestra se revela como el hombre que cayó a la Tierra para, en los albores del siglo XXI, descubrir la cuadratura del círculo.


Las Palmas de Gran Canaria, febrero de 2002

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